jueves, 24 de septiembre de 2015

MERMELADA DE TOMATE

Preparar mermeladas o confituras es una de las manera que existen de conservación de frutas y ciertas hortalizas. Las conservas es lo bueno que tienen, que las puedes preparar y almacenar en casa con productos naturales o ecológicos, sin conservantes ni colorantes. Al hablar de mermeladas os vendrán a la cabeza diversas frutas, no obstante, la que hoy os propongo es la elaborada, nada más y nada menos, que tomate. ¡Veamos como elaborarla!

INGREDIENTES      /      MATERIA PRIMA

Tomates (mejor tipo pera)   /   Azúcar   /   Agua

ELABORACIÓN      /      MANOS A LA OBRA

Comenzamos pelando los tomates. ¿Cómo? La mejor manera es poner una olla con agua al fuego y en cuanto hierva la apagamos. Introducimos en ella los tomates haciéndoles un corte en cruz en la base. Los tenemos unos no más de un minuto y los sacamos a un bol con agua fría. Veremos como le sale la piel fácilmente.

Una vez quitada la piel, los cortamos en trozos intentando eliminar las semillas (si se cuela alguna, que es lo más probable, no os preocupéis, le dará un toque identificativo a la mermelada) y los introducimos dentro de una olla. Dependiendo de la cantidad de tomates (8 más o menos, es lo que yo he empleado), emplearemos la cantidad de azúcar, que será la mitad en cuanto al peso de los tomates. Rociamos, entonces los tomates con el azúcar e introducimos la olla en la nevera hasta el día siguiente.

Al día siguiente, veremos con los tomates han soltado mucha agua. Podemos eliminar una poca y luego ponemos a fuego medio la olla, dejando que los tomates se vayan cocinando hasta alcanzar cierto espesor. Los machacamos un poco con un tenedor y removemos para que no se nos peguen (si vemos que es así, añadimos un poco de agua de la que habíamos descartado).

Probamos del dulzor y si hace falta añadimos un poquito más de azúcar, aunque no creo que sea necesario. Retiramos del fuego y dejamos enfriar cuando veamos que la textura es la adecuada (hay que tener en cuenta que la enfriar, aún va a espesar un poco más). 

PRESENTACIÓN      /      PARA LA FOTO

Introducimos nuestra confitura en un tarro de cristal y la guardamos en la nevera. Podremos disfrutar de ella un máximo de dos semanas. Si queréis envasarla al vacío tendréis que hervir el tarro en agua.

Ahora sólo falta que la degustéis sola o combinada con algún otro ingrediente. 


¡Ñam, ñam!

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