Fotos: Fran Chef |
Cada vez que
Rogelia nos deleita con su exquisita gastronomía en su Casa Marcial de Amil
(Moraña – Pontevedra) nos está haciendo un guiño para que no podamos dejar de
caer en su tentación y volvamos repetidamente a catar sus riquísimas
expresiones culinarias. Esto es lo que nos ha ocurrido a mis primos/as este fin
de semana, 15 de julio, cuando tuvimos la ocasión de disfrutar de un “porquiño
ó espeto” excelente, a la altura de sus conocidísimos pinchos y de su
agradabilísima hospitalidad.
¡Nuestra más
absoluta admiración! ¡Gracias Rogelia do Outeiro!
Ayer, como
otras tantas veces, pudimos disfrutar de tus pinchos, de tu comedor tan
acogedor y perfectamente ambientado, de tu gusto y afición por el teatro (teatrodoastracan.blogspot.com)
y de tu generosidad ilimitada. ¡Contamos con ver vuestra obra “Ladrón e
familia”, el próximo 12 de octubre en el teatro de A Estrada, y que sumes otra
estrella en el pasillo de la fama de Amil!
Al pie del
santuario de la Virgen de los Milagros de Amil, en Casa Marcial, Rogelia nos
deleitó con pinchos fríos y calientes, tales como: quesos aliñados y combinados
con atún, tostas varias, hojadres con cremas y chorizo, empanadas, tortillas,
pasta, berenjenas y calabacines rellenos, etc., etc. (no os voy a especificar,
es mejor que vayáis vosotros mismos y lo comprobéis).
A la espera de
que finalizásemos la degustación de tal variedad de pinchos se encontraba
nuestro amigo “Porquiño”, dorándose desde horas tempranas al calor de una
hoguera firme y constante. ¡Qué majo, que tuvo la delicadeza de esperarnos!
Como se encontraba incómodo en su “espeto” –eran ya casi 8 horas-, decidió
cambiar de ubicación y, para ello, se puso en manos de Rogelia: quiso reposar
en unas bandejitas muy “xeitosas”, fragmentado y acompañado de “cachelos” y
pimientos de Padrón. ¡Qué considerado! ¡Cómo se interesó por agradar nuestras
vistas y nuestros paladares!
Rogelia nos
dejó hacer, sin prisas, pero no pudimos con “Porquiño”, quien resistió nuestras
brutales y caninas embestidas. No obstante, no se quiso quedar en Amil
parcialmente y se vino con nosotros en diversos lotes, dignos de cualquier
tómbola culinaria.
No me olvido
del postre. ¡Sublime! Esa tarta de nueces acompañada de una tulipa rellena de
helado y un chupito de macedonia, todo ello presidido por la atenta mirada de
un porquiño-gominola rosa.
¡Gracias,
Rogelia do Outeiro! ¡Esperamos volver muy pronto, con el “Risitas” a la cabeza!
¡Ñam, ñam!
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