Fotos: Fran Chef |
Estamos en
verano. Abro la nevera y me encuentro unos excelentes chorizos curados que he
comprado en la tienda de Guillermo en A Pena do Foxo. ¡Cómo me gusta comprar en
ese ultramarinos con sabor a antaño! Allí encuentro lo que necesito y, por
supuesto, disfruto de la magnífica presentación de sus fiambres, especialmente
el jamón ibérico. ¡Huuumm, que se me hace la boca agua!
Pues bien, qué
podría hacer con unos chorizos en esta época estival. ¡Qué suerte que se ha
cruzado en mi camino Jaime Oliver! Voy a preparar una ensalada.
INGREDIENTES / MATERIA PRIMA
Un par de buenos
chorizos curados (los que Guillermo comercializa son de la marca Chorigal) /
Media cebolleta o cebolla tierna
/ Tres tomates rojitos
duros / Un par de dientes de ajo /
Aceite de oliva virgen extra (simplificado, AOVE) /
Un buen chorro de vinagre
/ Un generoso ramillete de
perejil / Sal (opcional)
ELABORACIÓN / MANOS A LA OBRA
Lavamos bien los
tomates y le quitamos la parte superior, que suele ser demasiado dura, para
luego partirlo por el ecuador, no por el meridiano 0º. Cada una de las mitades
las partimos en no más de ocho “dados” o “cubos”. Vertemos en un bol.
A continuación
picamos la media cebolleta en pedazos más o menos grandes, al gusto. El tamaño,
en este caso, no importa. Vertemos en el mismo bol. Ahí mismo, verteremos
también el perejil picado. Lo aliñamos todo con un buen chorro de aceite de
oliva virgen extra y un chorro de vinagre, que si es de Jerez, mejor que mejor.
Andalucía también está presente en el aceite, que me lo traen directamente
desde Jaén (Buensalud).
Revolvemos con
cuidado de no hacer salsa, acariciando los tomates con la cuchara o el tenedor,
mezclándolos con suavidad.
Troceamos los
chorizos en pedazos irregulares, tamaño “bocado”. En una sartén ponemos a
calentar un dedo de aceite de oliva virgen extra y cuando esté caliente
vertemos los chorizos y freímos sin que se quemen. Perderán grasilla en el
aceite, ¡mejor que mejor! Cuando estén preparados, los vertemos, escurriendo el
aceite, en el bol con el tomate, la cebolleta y el perejil aliñados.
Con el aceite
todavía caliente, picamos los dientes de ajo en láminas y los dejamos dorar en
el aceite donde hemos freído el chorizo y, cuando estén doraditos, al bol
también. Volvemos a mezclar con cuidado y ya tenemos la ensalada. En ella
confluyen los sabores y las temperaturas, y por el chorizo no os preocupéis que
no os va a repetir, de eso se encarga don tomate.
PRESENTACIÓN / PARA LA FOTO
Lo podemos
presentar en el bol sin más y que cada uno se sirva con una cuchara. Pero si
somos más finolis, podemos disponer en cuencos individuales (para 4 o más). Y
si ya somos, requefinolis, entonces, cogemos unas cucharitas y rellenamos con
representación proporcional y proporcionada de cada ingrediente.
¡Ñam, ñam!
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